En la vorágine del enojo ardiente,
donde la furia se alza cual tormenta,
un héroe surge, de alma valiente,
transformando el odio en luz que alimenta.
Fuego interno, llama de desdén,
arde en el pecho con fuerza y pasión,
mas el sabio, en su juicio, al ver el vaivén,
decide convertir ira en combustión.
Ruge la cólera como un rugido,
un titán feroz, despierto y salvaje,
pero el héroe, en su mente, ha decidido,
domar la tormenta con noble coraje.
Que el enfado sea chispa que encienda,
la llama sagrada de la determinación,
en cada gesto, en cada senda,
forjando un destino de superación.
El héroe se yergue, poderoso y fuerte,
cual titán en lucha contra la adversidad,
convierte la ira en ímpetu inerte,
cosechando triunfos con tenacidad.
Que el rugir del enojo sea trampolín,
hacia las alturas de logros inmensos,
que la rabia sea viento en el confín,
empujando al héroe hacia nuevos senderos.
En la epopeya de la vida, donde el enojo arde,
surge un protagonista, forjador de su leyenda,
transforma la rabia en luz que alumbra y guarda,
demostrando su valía con gesta sin medida.
