En la senda de la vida, entre luces y sombras,
donde el tiempo teje sus hilos y obras,
no temas a los recuerdos que tejen el ayer,
son joyas que guardas, tesoros de tu ser.
No te aflijas, viajero del tiempo,
por lágrimas que caen como un río lento,
en cada gota, la esencia de un instante,
un capítulo vivido, un verso resonante.
Son las cicatrices del alma, marcadas,
por los días soleados y noches estrelladas,
celebra cada lágrima como un trofeo,
de la epopeya que es vivir, donde te creo.
En la memoria danza la danza de la vida,
canción que se eleva como melodía compartida,
no temas al eco de los días pasados,
pues en ellos encuentras los amores abrazados.
Cada risa, cada beso, y cada despedida,
son pétalos de la flor de tu propia epopeya,
no llores por lo que se fue con la marea,
sino alza el vuelo con alas renacidas.
Porque en cada desafío, en cada desvelo,
tejes el tapiz de un épico destello,
canta con júbilo a las lecciones aprendidas,
son estrellas en la noche, luminosas guías.
Así, celebra los recuerdos como trofeos ganados,
en la epopeya de tu vida, donde has caminado,
no temas al llanto, pues en él hallas verdad,
de que has vivido, amado y aprendido en esta realidad.