En la vastedad del tiempo y del espacio,
un viaje emprendemos con paso firme,
la vida, un sendero lleno de altibajos,
donde el corazón y el alma se miden.
Con astros que guían nuestro andar,
caminamos por valles y montañas,
desafiando la oscuridad del pesar,
nuestro ser enfrenta las duras hazañas.
En el principio, un sueño nos impulsa,
la llama ardiente de la esperanza,
mas en la travesía, la tormenta susurra,
y el cielo se nubla con la desconfianza.
Oh, intrépido viajero, no desmayes,
ante la sombra de la tristeza persiste,
pues cada desafío que enfrentas,
es un laurel que en tu alma existe.
En el fragor de la batalla cotidiana,
te forjas con acero y voluntad,
cual héroe en la épica historia humana,
superando tribulaciones con tenacidad.
No temas al abismo de la melancolía,
sigue adelante con paso decidido,
pues cada lágrima, cual gota de lluvia,
nutre la flor del coraje florecido.
Los vientos de la vida soplan fuerte,
pero en tu ser resuena la valentía,
cada desafío es una proeza inerte,
que te eleva a la cima de la sabiduría.
Eleva tu espíritu como el fénix renace,
de las cenizas de la desdicha emergente,
la vida, un poema donde cada frase,
teje la epopeya de un alma resiliente.
Que en este viaje, con la frente en alto,
desfies los nudos que la tristeza trenza,
pues en cada paso, en cada alto y bajo,
descubrirás la fuerza que en ti comienza.
Así, en la epopeya de tu existencia,
tejes un tapiz de triunfo y honor,
la vida es un viaje, una gran resistencia,
donde el alma florece con su fulgor.
