En el acto de perdonar, encontramos la fuerza para sanar heridas y abrirnos a la posibilidad de un mañana más armonioso.

 

En el acto de perdonar, nace el renuevo,
la fuerza que rompe cadenas del pasado,
abriendo senderos hacia un mañana,
donde la armonía yace en cada paso.

No es fácil dejar atrás las sombras,
los agravios que pesan en el alma,
pero en el perdón hallamos la luz,
que disipa la oscuridad con calma.

Sanar heridas es un arte delicado,
que requiere valentía y comprensión,
pues en el perdón hallamos el milagro,
de transformar el dolor en redención.

Dejemos que el río del perdón fluya,
limpiando las cicatrices del ayer,
abriendo puertas a un futuro nuevo,
donde el amor pueda florecer.

En cada acto de perdón, hallamos la fortaleza,
para sanar las grietas de nuestro ser,
y en la apertura hacia una nueva realidad,
descubrimos la belleza de renacer.

 

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