En el rincón de los años, entre risas doradas, un cumpleaños se teje con hilos de nostalgia, abuelos sabios, tesoros de otra era, padres que son faros, guiando la jornada.
En el salón de memorias, risueño y profundo, se entreteje el festejo, danza el segundo. Abuelos con sus cuentos, arrugas de experiencia, tejen el tapiz de la vida con destreza.
El vino de los años, añejo y apreciado, se descorcha en risas, en abrazos colmados. Padres, pilares fuertes, en este rincón se paran, sostienen el presente, como antiguas columnas raras.
Amigos inseparables, la esencia del festín, como las piedras del camino, firmes en su ser. En abrazos entrelazados, se entiende la amistad, como los lazos del tiempo, que nunca se van.
Entre velas centenarias y aromas a memoria, se brinda por los días y la eterna victoria. Los abuelos son estrellas, guiando desde el cielo, y en este día especial, la alegría es el destello.
Entre risas que resuenan como ecos antiguos, se celebra la vida, entre pasos y abrazos amigos. Padres y abuelos, en el corazón, un latir, como un poema antiguo, que nunca dejará de existir.