En el libro de la vida, hojas de tiempo escritas,
Cada recuerdo, un capítulo que persiste,
No temas su tinta, ni quieras borrar,
Pues en ellos hallamos la esencia del andar.
Oh, memoria sagrada, testigo del ayer,
Guardiana de instantes que en el alma reverberan,
Cada lágrima derramada, risa entrelazada,
Teje la trama de nuestra historia marcada.
No busques en vano borrar lo ya escrito,
Pues en cada surco se halla un aprendizaje infinito,
En la penumbra de los días oscuros,
Se forja el temple que al alma hace fuerte.
Cautivos en el tiempo, los recuerdos reposan,
Como pájaros en jaulas que el viento no roba,
Cada capítulo, una lección tallada,
En las piedras del camino, la senda trazada.
Aprende, oh viajero del tiempo y del espacio,
De cada palabra escrita, de cada abrazo,
Las cicatrices no son marcas de derrota,
Sino la prueba de que el alma se acomoda.
En las páginas amarillas del recuerdo,
Se entreteje la travesía de tu ser entero,
No temas a las sombras que en ellas se proyectan,
Pues en su oscuridad, la luz se refleja.
Cada recuerdo, un lazo que enhebra el destino,
No busques desatarlo, hazlo tu aliado divino,
Construye tu futuro con los cimientos del pasado,
En la fragua del tiempo, forja el alma que has anhelado.
Así, oh poeta de la vida efímera,
Escribe con tinta de amor y de espera,
Cada capítulo, un verso en tu epopeya,
Tejiendo un mañana con la trama que crea.