En la aurora de la vida, un lienzo en blanco se despliega,
Cada amanecer, una epopeya, una historia que se integra.
El sol asciende con promesas, con rayos que destilan luz,
Despierta, oh alma, despierta, en este nuevo comienzo, sed la cruz.
Deja que la tristeza se desvanezca con la oscuridad,
Que la noche ceda su manto, que al alba da lugar.
En el firmamento danzan estrellas, como versos en el viento,
El corazón, cual héroe, enfrenta su lamento.
Renace, oh espíritu, con cada alborada,
Como el fénix que surca cielos, su esencia renovada.
Las sombras que abrazaron la noche, despejadas están,
En cada amanecer, la esperanza como aurora resplandeció ya.
Caminante del tiempo, en este lienzo del día,
Forja tus sueños, en la fragua de la alegría.
Que el sol sea testigo de tus gestas y logros,
En la epopeya cotidiana, tú eres el protagonista, el arquitecto.
Que los lamentos pasados sean como ecos distantes,
Que el corazón, como un guerrero, sea intrépido y constante.
Con cada paso, tejes la trama de tu propia leyenda,
En la danza del sol, en la sinfonía que la mañana en ti despierta.
Así, en cada amanecer, resurge la oportunidad,
De ser el arquitecto de tu destino, con voluntad.
Que la esperanza sea tu bandera, ondeando en el viento,
En esta epopeya diaria, sé el héroe, el renacer constante.
